Continuamente tenemos la necesidad, la oblación de renunciar, de dejar atrás, y siempre eso representa una perdida, un sufrimiento. Sentimos nostalgia de abandonar el jardín de infantes, por sus juegos, sus dibujos, sus canciones; luego la primaria, porque hicimos nuestros primeros amigos, las primeras aventuras, las primeras exploraciones; y así lo vivimos en todos los aspectos de la vida. Cada vez es mas común encontrar "adolescentes" pasando los 30 años, negandose a dejar atrás su casa paterna, sus costumbres liberales, su vida ligera y sin responsabilidades.
Pero no se puede seguir siempre así, en algún momento hay que resignarse a poner en una cajita los recuerdos de todo eso que dejamos atrás, para poder viajar mas livianos, y así incorporar nuevos experiencias, nuevos caminos. Guardemos esa muñeca, esa pelota con la que tanto jugamos cuando niños, tiremos esas cartas que escribimos en algún momento para desahogarnos y jamas enviamos, dejemos en el pasado esa relación que no llego a buen puerto, pero que en su momento hizo que el mundo fuera ideal.
No intentemos alterar el ciclo natural de la vida, no desviemos el futuro.
Dicen tantas cosas, estimada...
ResponderEliminarFelicitaciones por el espacio.
Saludos.-